Nuevo año... nueva vida... nuevos formatos...




¡Hola, hola, hola!


¿Cómo les va?

Yo hace días que vengo tratando de digerir y asimilar todo lo que pasó este año... Porque vieron que el 27 de septiembre fue mi cumple, y dicen que antes y después del cumpleaños hay que hacer un balance: antes, cerrar lo que ya no queremos para el nuevo año y después, arrancar lo que sí queremos. Y encima de eso cualquier astrólogo que se crucen les dirá que fue un año para trabajar en las relaciones. Con la pareja, con la familia, con los amigos, cómo nos relacionamos con el otro, con el mundo y con una misma. 

Bueno... En medio de tantas cosas que me cuesta hasta ponerlas por escrito, creo que casi inconscientemente he ido cerrando situaciones que ya no iban conmigo, trabajos que no me hacían feliz y vínculos que restaban en vez de sumar. 

Tuve que que soltar muchas cosas que me tironeaban y que yo seguía permitiendo por miedo a que no me quisieran más, reacciones de la gente, mandatos, demandas, enojos... Porque cuando cambiamos, la gente que nos rodea y que está acostumbrada a que seamos de tal manera, no nos entiende y se enoja. Y es natural, todos nos enojamos cuando no entendemos algo. El punto estaba, en mi caso, en no sufrir por el enojo del otro, la demanda del otro, los mandatos para "pertenecer" a tal grupo, a tal familia, a tal vínculo.

Pf... Estoy segura de que más de una me habrá visto más que rara en los últimos meses. Poco comunicativa, errática, un día sí y un día no. Y es que con todo lo que pasó este año toqué fondo de mí misma y dije SE ACABÓ. 





Me cansé de ser como era, dependiente, insegura, buscando aprobación constantemente como una nena de tres años, sufriendo si me miraban mal o me decían algo de mala forma, tomándome todo personal, haciéndome cargo de las emociones de todo el mundo (hola, luna en Libra, qué tal?) y pasando malos ratos por cosas sin sustancia, sin realidad, imágenes en mi cabeza. 




Ante la muerte de un ser querido todo eso desaparece. Todo lo sin sentido, lo sin sustancia, las imágenes mentales que son como cadenas y monstruos que nos acechan y nos hacen esclavas de todo lo que pase en el exterior, todo eso se convierte en una completa, absoluta, dramática estupidez. 

El otro desaparece. O al menos las ideas que teníamos sobre el otro: No somos eternos, nadie es eterno... ¿Qué catzo estamos haciendo con nuestra vida? ¿Viviendo la vida del otro? ¿O viviendo la nuestra?



En medio de toda esa sensación, porque más que preguntas son sensaciones que nos impulsan a salir corriendo, me refugié en una nueva aventura, con gente nueva que no me conocía para nada y que estaba ahí, como yo, muy rota y bastante cansada de emprender en soledad y de vivir para satisfacer a los demás (clientes, familia, sociedad, lalala). Fue la mejor idea que tuve en mil años. Posta.




Entré diciendo: Hola, soy Corita, tejo muñecos y no sé muy bien qué hacer con ellos porque no puedo tejer yo sola en cantidad para venderlos a dos pesos por hora de trabajo. 

Porque les confieso: Todo el mundo hablándome de mis muñecos, de mis revistas, de las maravillas de mis manos y la realidad era que con eso nunca comí y mientras más tiempo pasó, menos, porque me gasté y dejé de tejer a pedido, dejé de tejer para ferias, dejé de amar mi tejido. Dejé de tejer. Y eso no estaba bien. No está bien.


Así que, como pude, me banqué los sacudones del balrog, me puse el sombrero de Gandalf y me dediqué a cambiar. 

Si antes hacía todo para el afuera, empecé a hacerlo para mi adentro. 
Si antes a todo decía que sí, empecé a decir que no. 
Si antes me quejaba de que no sabía hacer tal cosa, empecé a aprender a hacerla. 
Si antes corría como hoja al viento siguiendo a los demás, empecé a quedarme quieta, a escuchar mi silencio, a ver qué me decía. 
Si antes decía: "yo ya lo sé", empecé a decir "no sé: necesito que me enseñes, por favor". 

Fueron cinco meses de estar en obras (al mismo tiempo que en el edificio cortaron el gas por pérdida y seguimos en obras, al mismo tiempo que partió un montón de gente alrededor, al mismo tiempo que aprendí a dejar ir y seguir). Fueron cinco meses de desmantelar y de reacondicionar mi mente y en consecuencia, mi vida. 

Algo que me ayudó un montón es que entré de cabeza al mundo online. Siempre me apasionó la virtualidad. Desde el 2000 vengo haciendo amigos, novios, recuperando familia y aprendiendo un montón de cosas. Todo online. 

Y este año, cuando más necesitaba salir a flote, YouTube fue mi aliado máximo. A veces con videos de coaches o maestros espirituales, a veces con tutoriales para hacer cosas, a veces con youtubers que se maquillaban o mostraban su día en un video. No hace mucho pude agradecerle y darle un abrazOso a Leandro Taub, que me había aliviado noches enteras de insomnio con sus videos para unir al mundo. 


Volver a leer también me ayudó un montón. Dicen que los grandes guías, líderes y mentores leen mucho, y ya lo creo. Leer y aprender es maravilloso. Así que me leí un montón de libros, desde desarrollo personal hasta filosofía, pasando por coaching, neurociencia y astrología. No le hago asco a nada. Todo suma. Reencontrar el placer de la lectura y las conexiones mentales que genera es algo que me apasiona tanto como la virtualidad. 



Me dediqué más tiempo. Menos Facebook y más Books, como dicen por ahí. Aprendí un montón de cosas nuevas y estudié online con personas maravillosas, llenas de conocimiento y experiencia para dar. 

Agarré de a poco la aguja de nuevo y me puse a tejer para un Workshop al que me invitaron en Rosario. Nada que ver, pensaba yo, porque es candy bar y yo nada que ver... Y al final... Todo que ver. Porque es hermoso compartir con emprendedoras el camino y apoyarse. Y cuando una emprendedora se me queda mirando con estrellitas en los ojos por algo que digo que para mí era obvio pero para ella es una revelación, yo tiemblo. Tiemblo y siento: esto es. Esto.



De la unión de todo eso terminé quitando el Corita que teje muñecos por el Cora King Coach de tejido y dejé de pensar en hacer todo yo, cobrando dos pesos la hora, para pensar en valorarme primero y luego hacer algo más grande que llegara a más personas y que les sumara todo aquello que yo estaba aprendiendo. 

Siempre me escriben para preguntarme con qué aguja o dónde comprar lana o qué patrón pueden conseguir para tal o cual cosa y a mí me encanta poder ayudar. Así que de alguna manera veré cómo transmitir todo lo que aprendí en este tiempo (y con cinco años de emprendimiento crochetero encima) para quien necesite la información y desee ahorrarse dolores de cabeza. 

Por ahora, se me ocurrió cambiar los talleres presenciales por cursos y talleres online, para que todas, aunque vivan lejos o tengan hijos y horarios raros, tengan la posibilidad de hacerlo. 




Y también se me ocurre que contando mis experiencias y mis procesos, acompaño a alguna que ande más o menos en la misma, sintiendo lo mismo y deseando lo mismo que yo: crecer, avanzar, ser feliz y hacer felices a los demás. 




Por eso les cuento mi verdad de la milanesa. Porque antes sólo quería centrarme en lo bonito y negar lo difícil, pero no existe lo bonito sin lo difícil y cuando estamos en lo difícil está bueno saber que un día se va a terminar y que de hecho, transitando lo más difícil, estamos construyendo un futuro más pleno y una felicidad más sostenida. 



Eso. 
Siempre hay alguien con la palabra, la mano extendida y la sonrisa justa para nosotras.
No estamos solas ♥
Yo estoy con ustedes cuando están conmigo ♥



Gracias gracias gracias 

Cora King


Entradas Populares